Al igual que conocemos la historia de la tierra, a través de analizar las pequeñas capas de sedimento que se fueron formando año con año, a lo largo de miles de millones de años, la mente también ha evolucionado de abajo para arriba y hay que entender sus pequeñas capas. Al igual que la tierra, la parte más antigua de la mente está baja y su parte más moderna está arriba. Y te invito a verla cómo una montaña, donde abajo se encuentra la mente inferior y en la parte de arriba la mente superior. E imaginémonos que para conquistar nuestra felicidad tenemos que estudiarla, entenderla y escalarla hasta llegar a su cima.
La evolución de la vida sobre la tierra no ha concluido. Cada criatura que nace es el cúmulo más uno, de todas las criaturas que la anteceden. Si observamos la evolución de un feto en el viente materno vemos que literalmente pasa a través de un proceso de tres mil ochocientos millones de años de evolución acelerada. Pasando primero por ser reptil, después mamífero sencillo hasta evolucionar a ser humano. Y a lo largo de estos nueve meses nuestra mente se va conformando capa por capa de este historial, plasmando el código genético que nos distingue y los mecanismos operativos que han mantenido vivos y proliferando a las diferentes especies evolutivas.
Detengámonos a ver su construcción. Hasta abajo de la mente está la capa más antigua que conforma el tronco encefálico. Éste controla los procesos que nos mantienen vivos, como el latido del corazón, la respiración, el sistema nervioso, nuestro grado de excitación y nivel de alerta. La siguiente capa, el cerebelo, nos da la habilidad para controlar el movimiento en nuestras extremidades al coordinar el envío de señales sensoriales a los músculos.
Luego vienen los ganglios basales, que ayudan al arraigo y control de los hábitos. Le sigue el sistema límbico, que es el lugar que dispara y controla la respuesta emocional. Aquí radican los sentimientos del miedo, el deleite y la rabia. Un área muy rica en sensaciones que tiene el fin de estimularnos a realizar determinados comportamientos que nos mantengan vivos hasta llegar a edad de poder procrear.
Avanzando hacia la parte superior del cerebro está el córtex cerebral donde radican nuestras memorias, pensamientos y sentido de conciencia. Y finalmente hasta arriba está la parte más moderna conocida como el neocórtex, una pequeña capa de neuronas superentrelazadas que es donde se ejecuta la capacidad de aprender, planear, imaginar, y otros niveles elevados del pensamiento. Y es precisamente este parte del desarrollo cerebral que nos distingue de las otras criaturas.
Me encanta como la describe David Eagleman en su libro incógnito:
“Tu cerebro está hecho de miles de millones de células que se llaman neuronas las cuales están conectadas a otras neuronas a través de conectores conocidos como células gliales. Una neurona típica tiene alrededor de 10 000 conexiones con sus neuronas circunvecinas. Pongámoslo en perspectiva. Si nos pusiéramos a contar todas las neuronas en un centímetro cuadrado de tejido cerebral, nos percataríamos que hay ahí tantas conexiones neuronales como hay estrellas en La Vía Láctea.” WOW.
Pero toda esta belleza no está sin complicaciones. Imagínate la complejidad dentro de nuestra cabeza generada por 3 800 millones de evolución de vida. Los diferentes mecanismos que hicieron exitosas a cada una de las diferentes etapas de evolución, luchan dentro de nosotros para imponer su criterio y cuidar de nuestro bienestar.
El problema es que los mecanismos de sobrevivencia de la mente inferior son malos consejeros. Y peor tantito, como forman parte de la evolución primaria, están más arraigados que los mecanismos de la evolución más reciente, que están en la mente superior y que son los que no hacen humanos, con es la capacidad de la compasión.
Por lo tanto, sirve pensar en forma esquemática el funcionamiento de nuestra mente y catalogar sus impulsos como aquellos generado por la parte de la mente inferior o superior.
La mente inferior es impulsiva e irracional. Está llena de miedo, ira, avaricia y lujuria. Es la vida viendo por sí misma y como dije con anterioridad, asegurándose de que sobrevivamos hasta la edad de procrear. Esto le viene bien a la evolución, pero para nosotros y nuestra aportación a la sociedad, felicidad y trascendencia es un consejero nefasto.
El gran reto es saber identificar y distinguir entre los impulsos de la mente superior que es brillante, analítica, compasiva y profundamente humana y los impulsos del inferior que nos motiva a ser gandallas, neuróticos y brutales.
Un gran libro para entender esta lucha es “The Happiness Hypothesis: Finding Modern Truth in Ancient Wisdom” de Jonathan Haidt que visualiza la lucha entre la mente inferior y la superior como la relación entre un pequeño jinete montado sobre el lomo de un inmenso elefante que está tratando de controlarlo. Y es así. La conquista de la felicidad es esta lucha, entre nuestra poderosa bestia inferior y nuestro pequeño humano iluminado.
Para ayudarnos a entender, enfrentar y superar este reto, estoy a punto de lanzar mi nuevo curso en línea que se llama “Conquista tu felicidad: 10 semanas a la resiliencia emocional”. Espéralo.
Bueno, con eso concluyo mi comentario de esta semana, y como siempre te recuerdo que tú eres grande y que la vida exige tu grandeza. Seguimos en contacto.